Si no me quieres mirar, pisame. Aprovechate.
''Debían ser las tres y media de la mañana cuando me levanté sudoroso, con las sábanas pegadas a mi cuerpo. Ella seguía tumbada a mi lado, desnuda.
Su cuerpo, iluminado por la tenue luz de la luna, podía ser un simple
envoltorio, que era el envoltorio más preciado que tenía en ese momento.
La angustia crecía por dentro de mi pecho, me oprimía.
Los sudores que acorralaban mi cuerpo eran fríos, a pesar del calor que sentía.
Caminé hasta la ventana y me senté en el borde. Ni siquiera la brisa era capaz de apaciguar esa horrible e inexplicable presión.
El cigarro que había aparecido entre mis dedos, se consumía sin la ayuda de mis labios.
Y es que sentí que aquello era mi vida, y el humo mi simple memoria expirando.
La ceniza sólo representaba los pocos recuerdos que dejaba mi vida.
Y es que me cuestionaba el por qué de dicha consumación.
Me preguntaba cómo y por qué aquello tenía lugar.
Sobre todo por qué, mi vida expiraba con esa misma velocidad.''
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